Desde pequeños mis padres nos acostumbraron (a mis
hermanos y a mí) a sentarnos todos juntos a la hora de la cena. No importaba si
ya habíamos cenado en casa de nuestra abuela o en cualquier lugar, lo que
importaba era que todos nos sentáramos en la mesa de comedor y compartiéramos
ese instante. Las reglas del juego eran simples, todos nos sentábamos y nadie
se paraba hasta que la última persona terminara de comer. En la mesa mientras
comíamos hablábamos sobre lo que habíamos echo durante el día o cualquier otro
tema que nos hiciera feliz. Siempre reforzábamos la comunicación y apoyábamos
nuestros proyectos.
Al pasar el tiempo íbamos creciendo pero esa
bonita costumbre no desaparecía. Mis amigos se burlaban de mí por el simple
echo que no nos permitían comer en nuestras habitaciones o mientras veíamos TV.
A la hora de la cena no importaba quien estuviera en la casa, todos comíamos
juntos. Si no había las sillas suficientes buscábamos donde sentarnos pero de
que comíamos juntos en el comedor COMIAMOS. Mis padres a diferencia de los
padres de mis amigos son más jóvenes en edad. Eran y son flexibles en muchos
temas pero nunca han cedido en el tema de la unión familiar. Gracias a ellos,
mis hermanos y yo continuamos compartiendo esa bonita costumbre y hemos
integrado a nuestras parejas para que se hagan eco de nuestros actos.
Todos ahora somos adultos. Tenemos intereses diferentes
y carácter muy parecidos. Tener a 7 leones en un mismo lugar a veces es difícil
pero con el tiempo fuimos aprendiendo a respetar nuestras diferencias e incluso
a no tocar esos temas donde unos son más sublimes que otros. Pero ¿Pueden
imaginar a 7 leones comiendo todos juntos? Es divertido y reconfortante. Hace 3
años formé una familia compuesta por mi esposo y yo. En mi hogar continuamos
con la costumbre de cenar juntos en el comedor. No somos de desayunar y
almorzar porque es muy raro que estemos juntos durante el día por nuestras
responsabilidades individuales, pero en la tarde es nuestro momento. Cenamos
juntos y luego nos ayudamos en la difícil tarea de recoger la mesa, lavar,
secar y guardar los platos. Si nunca han hecho esto con su pareja o con
cualquier miembro de la familia o amigos, se lo recomiendo. Son experiencias
diarias que nunca se repiten. Aunque un día parezca a otro nunca hablaran de lo
mismo en la mesa. Se conocerán mejor y se sentirán más unidos a la otra
persona.
El 14 de enero a nuestra familia se unió un nuevo
integrante. Es por esto que deseo que continuemos reforzando los valores
familiares y que nuestra unión permanezca para siempre aunque en momentos
sintamos que debemos soltar la soga un poco. No soy madre, y el niño más
pequeño cercano a mi es mi hermano de 18 años hasta hace cinco meses cuando
nació mi primito, hace 6 días nació mi primera sobrina pero aún así siempre he
creído que la base de todo niño debe ser la familia. Es por ellos (y no
necesariamente tienen que haber crecido en tu vientre) que debemos esforzarnos
para dar la mejor educación pero sobre todo inundarlos de amor. Por ellos y por
todos los niños del mundo, continuemos siendo personas de bien, esforzándonos
para dar lo mejor de nosotros, ser ejemplos positivos e inculcar en las
familias el verdadero valor que es la unión, el respeto, la comunicación y el
amor. - Yesenia FG 2014
Que no se pierda la
bonita costumbre de cenar en familia***
No hay comentarios:
Publicar un comentario