jueves, 24 de abril de 2014

Desde aquí, hasta las calles adoquinadas

Cuando extiendes tus alas 
cubres a todos con el brillo 
que solo ellas pueden regalar.






Amiga, tú que estarás allá y yo me quedaré aquí, intentaré ser fuerte porque no tendré cerca a quien con solo una palabra hace que reflexione sobre lo inreflexionable [palabra que autoproclamo como correcta] que es el amor y la vida. En esto quizás diferiremos, pero creemos en la diversidad de pensamientos. Sé que estaremos presentes una en la vida de otra aún con millas de distancias. Solo te pido que seas fuerte cuando creas que no podrás continuar. Aunque creo firmemente que eres mucho más fuerte para si quiera pensar que no podrás. Sabes que no soy buena en las despedidas, quizás tampoco, demostrando correctamente mis sentimientos, pero por tratarse de ti, intento hacer un esfuerzo.

Permíteme describirte el sol que ilumina mi habitación todas las mañanas, el mismo que se refleja en las ventanas de cristal aun cuando mi salida es en la madrugada y solo alumbra mi camino las luces de los autos y la sonrisa de él. Es el mismo sol que es invitado a entrar a tu apartamento por la puerta del balcón de aquel quinto piso. Quizás allí calienta más, aquí me invita abrir las ventanas de par en par, calentar mi alma y continuar.

Permíteme describirte el olor a café que se cuela en la cocina y que emana de la cafetera, todas las mañanas a las 5:20, mientras con las sabanas me cubro la cara y me hago la idea que solo me queda 10 minutos más para descansar. Sí. ¿Contradictorio verdad? Mis días sin ese aroma no son iguales. Aunque detesto su olor, su sabor, me hace sentir que tengo un hogar y sin el nada sería igual. Quizás esto se deba a que  desde niña me despertaba viendo a mis padres tomar café y eso me confortaba. Sabía que tenía una familia y un hogar. Ahora, todo tan distinto pero a la vez igual. Aun no sé con exactitud si te gusta el café, sino es así, pero si algún día quieres tener una idea de cómo me siento, intenta hacerlo. Cuela un poco de café aunque sería una pena tener que botarlo. Bueno… podrías regalarle una taza de café a cualquier persona que pase por tu lado. Estoy segura que más de la mitad de los puertorriqueños no podrían vivir sin su taza de café matutino.

Permíteme describirte el viento que azota con furia las cortinas horizontales que cubren las ventanas de mi casa. Es el mismo que revuelve mi cabello y me hace sentir que hay vida en todas partes. Me gusta pensar que roza mi piel como queriendo comunicarse conmigo. Unas veces me dice que el vestido que llevo puesto me sienta bien, otras que es muy corto y debo ser más discreta. Mientras más fuerte azota por todas partes, me recuerda que ya son las 1:00pm, hora en la que debo tomar un descanso, almorzar o quizás tomar una taza de té. Allí donde tú estas el viento es así de intenso, aunque a veces hace maldades y prefiere ver a los turistas sudar “la gota gorda”. No sé si donde estarás se sentirá así, pero recuerda enviarme mensajes a través de el. Por mi parte todas las tardes a las 1:00pm en punto te enviaré un mensaje y lo sellaré con un beso. Espero sea puntal y llegue donde ti.

Permíteme describirte el sonido de las hojas cuando caen en mi balcón. ¿Cómo algo tan liviano puede marcarme tanto? Cuando me encuentro tomando un respiro por el día tan ajetreado que llevo, me doy cuenta que a veces, solo a veces me siento como ellas, flotando en el aire, hasta caer suavemente pero creando todo un zumbido. Pero aun así, me gusta la belleza que crea al verlas ahí, en mi balcón, aunque también es un poco frustrante el tener que recogerlas luego de ver como mi perro hace una montaña de ellas solo por diversión.

Permíteme describirte el cantar silencioso de los coquíes. No basta con vivir en la parte más alta de mi pueblo, poco a poco vamos acabando con ellos y cada día su cantar va mermando. Sabes que las noches sin ellos son más estruendosas. Sí, porque el silencio como bien dicen, es ensordecedor. Allí donde vives el silencio es distinto. El cantar de los coquíes es remplazado por las risas de los turistas, o por algún músico con insomnio. De todas maneras ambas sabemos que su cantar no podrá ser remplazado aun por la voz más tenue.

Permíteme describirte la casa blanca que está a solo pasos de la mía y que a simple vista parece que nadie vive. Es una que invita a descubrir los secretos más ocultos que podamos imaginar que allí aguarda. La realidad es que existe vida en ella, a veces se hace más constante su presencia y en ocasiones su ausencia pesa. Es como si ella en sí tomara vida, pero es en ella que hay vida. Una vida muy parecida a la de muchos que rondan las calles por donde vives. Que andan distante de su cuerpo pero tan presente en nuestros pensamientos. Vidas que recogen silencios y de ellos hacen melodías.


Permíteme intentar describirte lo especial que eres para mí. Aunque, como dice mi amigo Federico Moccia de una manera parafraseada, definir mis sentimientos a través de las palabras quitaría la belleza de ellos. Lo que intento decirte con todo esto es que disfrutes de todo lo que allá te rodeará por el tiempo que decidas estar. Nada o muy poco será igual que aquí o que allí, pero yo y Las San’s siempre seremos y estaremos igual para ti. Los olores, sabores y colores tendrán otros significados, pero igual de importantes para ti. Esto de cierta forma también lo será para mí y para ellas quienes gracias tu hilo rojo siempre estaremos unidas. Porque la vida así lo quiso, porque el cielo así lo decidió y porque nosotras así lo creemos y lo queremos. Gracias por ser lo más cercano a lo posible. Gracias por estar.Yesenia FG 2014