viernes, 16 de mayo de 2014

Aprendiendo a creer en mí


Ayer me disponía a dejar atrás una parte importante de mi historia. Quizás, el capítulo más importante que he vivido durante estos 26 años. Muchos me miraban y se preguntaban la razón por la cual de mi rostro rodaban lágrimas. Puede que les pareciera que se trataba de algún acto de “protagonismo” o “cursilería”. Pero en realidad se trataba de lo importante y difícil que ha sido poner punto final a esta línea que me ha llevado a tener las batallas más difíciles de mi vida.

No luche contra adicciones, no luche contra males y pesares, no luche contra fenómenos atmosféricos. Luche contra mí. Contra mis principios, mis deseos, mis fortalezas y debilidades. Luche contra el amor, contra la fe y contra la esperanza. Luche contra mi ser. Luche contra el significado de creer en mí.

Ayer, mi piel tenía un aspecto diferente. Entre lo seco y lo brillante. A la espera de morir o seguir viviendo. El reloj seguía corriendo, los minutos marcaban segundos de angustias para mí. Intentaba sonreír pero apenas podía escuchar con claridad. Todos al pasar de las horas se iban marchando, sonrisas en sus rostros, triunfos obtenidos. Mi ansiedad crecía. La confianza se derrumbaba. Cada vez las lágrimas eran más espesas. Mi mundo giraba con velocidad. Ya no sentía esperanza de poder continuar en pie. Marcaba las horas aquél reloj interior. Cuatro se convirtió en dos. Entonces con pasos temblorosos comencé a caminar. Iba recordando cada día que las horas parecían eternas. Cada lucha que se desataba en mi interior. Cada angustia y cada desacuerdo provocado por no tener nada, teniendo tanto que dar.

Al llegar a la puerta dude un segundo en entrar. Sentía como si mis manos estuvieran atadas a bloques y por su peso no se me permitiera tocar la perilla. Mi mente decía corre, mi corazón latía a prisa y mis piernas no reaccionaban. Estaba a solo segundos de conocer si había valido la pena luchar. No tuve más remedio, al entrar tuve que tomar asiento pues sentía que mis piernas no soportarían el peso de tanto sufrimiento, de tanta confusión, de tantas decepciones y de tanta poca fe que tenía en mí.

Tenía mi piel rasgada con tantas cicatrices. Ardía todo mi interior. Las lágrimas que rodaban por mis mejillas se convertían en acido quemando mi presente. Manchando un rostro que no se atrevería mostrarse en un futuro muerto o lleno de una vida seca, desamparada.

El solo escuchar aquella voz vieja, arrugada con tantas experiencias, el solo escuchar aquella palabra que de su boca experimentada salió, mi vista se fue nublando. Aparecían imágenes confusas. No lograba materializar aquel sentimiento que de mi interior se iba desprendiendo. Al cerrar mis ojos sentía como todo aquel peso que iba cargando durante años se iba añejando.

Entonces comprendí que todo siempre había conspirado a mi favor. Necesitaba nuevos lentes para poder apreciar el amanecer de todos mis días. Había sido guerrera y la vida me estaba devolviendo lo que por determinación yo me había privado.

Comprendí que creer en mí, va más allá de obtener lo que deseo. Creer en mí es saber que puedo dar mi mayor esfuerzo en todo lo que hago. Creer en mí es trabajar con mis debilidades y estar consiente de mis fortalezas. Creer en mí es ser yo aunque el mundo no lo quiera. Creer en mí es trazarme metas y no perder mi norte aunque la brújula ya no funcione.

Creer en mí es saber que siempre hay personas que creen que puedo lograr lo que me propongo. Creer en mí es saber que expertos en materias identifican que puedo dar luz aunque yo no vea el interruptor.

Creer en mí significa que de hoy en adelante declaro creer firmemente que puedo lograr lo que me propongo, aunque para llegar a la meta me encuentre con un camino seco, lleno de espinas y rocas que pelen mis manos por intentar despejarlo y  mis rodillas ya no tengan piel por tanto tropezar y caer.   


Ayer me disponía a dejar atrás una parte importante de mi historia. Me encontraba luchando con el dilema de arrancar o no el capítulo más importante de mi vida. Pero descubrí que el clímax siempre da lugar a sobrepasar las expectativas. - Yesenia FG 2014