martes, 14 de junio de 2016

Inspirame, Julieta



Hace ya un tiempo que no veo a Julieta. La ultima vez que hable con ella, se observaba cambiada. La sonrisa le pesaba. Su mirada era fija. Su piel opaca, pero sus palabras sonaban firmes. Sinceras. No sentía miedo de gritar sus desacuerdos.


Recuerdo verla rodeada de alambres. Su piel se agrietaba con cada movimiento, pero ahí estaba ella, continuaba avanzando con un deseo inexplicable. Con un fervor envidiable.

Yo solo podía permanecer inmóvil. Intentaba en el pensamiento extenderle mis manos para servirle de apoyo, pero verla allí, peleando contra todo, haciendo frente a sus pesares, verla allí sin bajar por un momento su mirada, era experimentar una especie de trance. Su dolor era mi inspiración. Su cuerpo erguido y su mirada sostenida era la esperanza que andaba
buscando. 

jueves, 9 de junio de 2016

Se me está olvidando volar

Yo también tengo sueños, deseos. Quisiera poder volar por el mundo y que mi mente sane en cada montaña visitada. Quisiera que mi unicornio rosado viaje a mi lado. Es lo único que me fortalece, lo único que me hace sentir viva, que aún tengo esperanza de vivir con intensidad. El es mi aliento, mi talismán. Quisiera que también el pudiera abrir sus alas esas que tienen pero aún no se da cuenta. Brincar de mar en mar, como quien quiere alcanzar la felicidad.



Mi unicornio rosado. Me da mucha tristeza no poder hacerlo feliz. Mis palabras lastiman su frágil cuerno. Sus pupilas se dilatan al ver que mi sonrisa ya está marchita. Tengo un unicornio rosado a mi lado y no lo pedí. Siempre me imaginaba rodeada de otros más coloridos que tuvieran también el poder de volar. Pero lo encontré frágil y pensé que podía cuidar de él por un tiempo. No contaba con que mi cuerpo se sintiera tan arraigado a su piel. Nos comenzamos a limitar, ya nuestros sueños y deseos se convirtieron en cosas que podían esperar. Al mirarlo fijamente descubrí que era yo quien debía sanar. Estaba frágil, y se me estaba olvidando volar. 


Foto tomada de pinterest.com