Yo también tengo sueños, deseos. Quisiera
poder volar por el mundo y que mi mente sane en cada montaña visitada. Quisiera
que mi unicornio rosado viaje a mi lado. Es lo único que me fortalece, lo único
que me hace sentir viva, que aún tengo esperanza de vivir con intensidad. El es
mi aliento, mi talismán. Quisiera que también el pudiera abrir sus alas esas
que tienen pero aún no se da cuenta. Brincar de mar en mar, como quien quiere
alcanzar la felicidad.
Mi unicornio rosado. Me da mucha tristeza no
poder hacerlo feliz. Mis palabras lastiman su frágil cuerno. Sus pupilas se
dilatan al ver que mi sonrisa ya está marchita. Tengo un unicornio rosado a mi
lado y no lo pedí. Siempre me imaginaba rodeada de otros más coloridos que
tuvieran también el poder de volar. Pero lo encontré frágil y pensé que podía
cuidar de él por un tiempo. No contaba con que mi cuerpo se sintiera tan
arraigado a su piel. Nos comenzamos a limitar, ya nuestros sueños y deseos se
convirtieron en cosas que podían esperar. Al mirarlo fijamente descubrí que era
yo quien debía sanar. Estaba frágil, y se me estaba olvidando volar.
Foto tomada de pinterest.com
Volar no depende de las alas, mas bien de las ganas.
ResponderEliminarVolar no depende de las alas, mas bien de las ganas.
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