miércoles, 26 de noviembre de 2014

(in)somnio

Audio: Yesenia 

Ana Maria Fuster Lavín
Insomnio 4
14 de febrero

La mesita de noche, el tictac de los minutos, una copa de vino tinto ya empozado. Las palabras danzan junto al humo del cigarrillo. Miro mis piernas. Los espejismos escalan mi cuerpo desde los pies, subiendo entre mis muslos para llegar justo al punto del deseo. Puedo ser auténtica y sensual, como sucia y promiscua, según la mirada de cada cual. Vulgar, nunca. En fin, podría recurrir al onanismo, pero prefiero pasar al plato fuerte sin entremeses.

Medito sobre todos los miedos. El de tantos a exponerse, el de otros a no ser aceptados, los llamados autopendejismos. A esos les otorgo una muerte ligera, que lleguen a las tinieblas de la misma forma que vivieron sus vidas. Otros apuntan con el dedo, como si condenar fuese la llave al reconocimiento social. En cada insulto, chisme malintencionado, encierran la putrefacción de su destino final. A estos otros, los amarro en un lugar solitario, les arranco las uñas y dejo que los gusanos se envenenen con su carroña. Y al tercer grupo, ese que no requieren de membresías de exclusividad, reúne a los temerosos, su memoria insuficiente les hace cometer errores, sus razonamientos son sus propios verdugos. Estos viven en masa, comen en grupo y hasta defecan juntos. ¡Qué se suiciden! Hoy no tengo tiempo para sus insignificantes existencias. 

Me reafirmo. Hoy voy directa al plato principal. Llamaré a uno de mis amantes, que lubrique de amaneceres mis labios. La soledad nos otorga treguas para hacer el amor. Acostumbro a perdonarle la vida a un buen hacedor de orgasmos, de palabra ágil y mente libre. Esos, los elegidos, tienen una sonrisa de placer y no reclaman la posesión de la piel. El diario se repite; los momentos del eclipse, no. Por lo general tienen un matiz especial. Al fin de cuentas, sé que mi muerte se acerca. He muerto tantas veces, pero renaceré en otros cuerpos.

Ya es hora de dormir.

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