Desperté. La angustia le da con visitarme a
estas horas de la madrugada. ¿A caso ella no sabe que necesito dormir,
descansar? Pero despierto. Porque siempre viene con verdad. Intento ignorarla,
dándole la espalda y arropándome hasta el pelo, intentando no morir en el
intento de respirar bajo las sábanas. Pero insiste en quedarse y que la
escuche. A través de telepatía me obliga a ver lo irremediable, y tiene esa
habilidad de meterse en mi piel, erizando cada vello de mis brazos y mi corazón
baila al son de sus pasos, que cada vez son más fuertes y rápidos. Esta maldita
angustia no tiene modales e intenta robrarme aquello que me da paz. Lucha
contra todo hasta lograr alzar bandera de victoria. Maldita angustia que
siempre dice la verdad. Y mis nervios se unen al cantico desenfrenado que
invoca alrededor de la boca del estómago. Maldita angustia que no observa que
mi temperatura aumenta según su danza por todo mi cuerpo. Quiero ahogarla,
asfixiarla, pero me falta el aliento. Busco desesperada el aire, abro mis ojos
y me doy cuenta que mis manos abrazan con fuerza mi garganta. - Yesenia Figueroa 2015
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